EVA BLANCO: “Vieja es la Plaza Bolívar y todavía se le paran las palomas”

La actriz Eva Blanco, nacida el 26 de octubre de 1929, el mismo día de José Gregorio Hernández, repasa, para la serie #Legendarios, el momento cuando, en el barrio El Guarataro, soñaba con ser actriz. Además, la reina de la puntualidad dice que fue en la radio donde conoció al gran amor de su vida, el tenor popular mexicano Pedro Vargas, de quien tuvo una hija. Y se defiende cuando algún ejecutivo le recuerda que, por razones de generación, le ha llegado la edad del retiro. Ella, que no tiene pepitas en la lengua, ataja a los impertinentes: “Las actrices no tenemos edades”.

AUTOR: NÉSTOR LUIS LLABANERO

Eva Blanco, la actriz que tanto quieren los venezolanos, responde el teléfono de su casa. Pero, esta vez –contrario a otras ocasiones– no ha cambiado el tono de su voz para hacernos creer que se trata de la señora doméstica como una vez jugó. Eva es provocadora, lo sabe pero no lo admite. “Para algo soy actriz, para fingir”. Se produce la primera risa compartida.

Eva Blanco comenzó siendo acomodadora en el cine San Juan, en Capuchinos. (Foto: Néstor Luis Llabanero)

Con la llamada que le hicimos resultó directa y fluida, y fue exacta en el cumplimiento de la fecha y hora acordadas del encuentro. En Venevision la conocen como la reina de la puntualidad. Y ahí estuvo Eva: arreglada, maquillada y esperando las indicaciones de la dinámica a seguir. A nuestra llegada, le produjo curiosidad saber quiénes de sus iguales artistas han sido incluidos, antes que ella, en la lista de Legendarios entrevistados. Fue complacida.

Helianta Cruz. “Umjú”. José Torres. “Umjú”. Rosita Vásquez. “Umjú”. Chumico Romero. “Umjú”. Ivonne Attas. “Umjú”. Jorge Palacios. “Umjú”. Rebeca González. “La adoro”.

Luego puntualiza: “Son siete”, mostrando los dedos de sus manos. “Yo soy la octava, como la octava maravilla del mundo”. 

Así se inicia la cita con una leyenda viva de la televisión venezolana, una actriz pionera que sin estudiar arte dramático ha sabido congraciarse con los escritores, quienes se han rendido al esplendor de su talento, y con un país que la ha respetado por su honestidad artística. A Eva Blanco le gusta ser escuchada con esmero y nos ha retribuido con una larga conversación.

Eva Blanco: “Yo asumo que sí soy malhumorada

Durante la conversación, Eva, la caraqueña nacida en el barrio Nuevo Mundo, en El Guarataro, me sujeta la mano y se deshace de lo que aparentemente le genera ansiedad: “¿Usted me permite decirle que yo tengo la memoria medio coja?”.

Eva Blanco viene de un hogar humilde y trabaja desde los 14 años. (Foto: Daniela Valentina Leal)

Dispuesta al diálogo, aprovechó para hablar de sus orígenes artísticos; también cantó, experimentó olvidos ex profeso y tuvo precisiones emotivas. Es una actriz. Una maestra. Es una señora consciente, incluso de lo que se dice a su alrededor del carácter que la distingue.

Yo asumo que sí soy malhumorada”, lo admite con una sonrisa, como si la habladuría de otros le supiera a nada. “Cuando las cosas me caen mal me caen mal y punto y a veces las digo; otras veces no las digo porque tampoco soy gafa. Yo soy malhumorada porque eso es parte de la vida”.

En el cafetín de Venevision con Néstor Luis Llabanero, editor de Iconos Rotos (Foto: Daniela Valentina Leal)

A Eva Blanco le gusta explicarse y cuando quiere hacerlo no hay quien la detenga: “A la gente no le gusta que yo sea malhumorada porque a mucha de esa gente lo que le gusta es que siempre la anden elogiando, y cuando no puedo decir nada me quedo callada, porque con el silencio lo digo todo”.

Eva Blanco, la acomodadora del cine San Juan

Yo era muy lambucia, bueno, escasa de recursos, y estudiaba en un colegio público y entonces pasaba por la Plaza Capuchinos, frente a la iglesia, porque como te dije vivía en el barrio Nuevo Mundo, eso queda en la parroquia San Juan y había un señor llamado Juan Álvarez –luego  convertido en el padre de la actriz Carmen Julia Álvarez– y él hacía una propaganda en la calle a la marca Puig y me preguntó si me atrevía a hacer algo de actriz y dije que sí”.

En la producción Los Donatti

Eva sabía que aquella era una experiencia informal, algo que resultaba un juego casi de escuela, en la misma plaza. No había televisión. “Yo tendría unos 14 años y venía de un hogar con muchas dificultades, con dos hermanos y yo la mayor. Agustín y Antonio ya fallecieron. También mi papá Antonio y mi mamá Ana Julia. Un día decidí trabajar como acomodadora en los cines y me gané mis primeros realitos”.

Mientras soñaba con los romances que veía en la gran pantalla, la jovencita Eva le indicaba a los asiduos del cine San Juan, cerca de Capuchinos, dónde debían sentarse. Los guiaba con una linterna. “Y yo llegué a ver ahí una película de Beethoven, el músico. Eso me encantó. Es verdad que con mis sueños no evitaba las dificultades en mi casa, pero aquello era la vida y yo siempre le he dado mucha importancia a la vida, por eso he sido siempre muy feliz”.

La joven de El Guarataro se escucha en la radio

Antes de aparecer la televisión, ya Eva Blanco trabajaba como locutora y se había dado a conocer en emisoras como Radio Caracas Radio, Radiodifusora Venezuela, La voz de la patria y Radio Libertador. El cine lo veía fuera de su alcance. Lo que se parecía a sus sueños era la radionovela, un género donde posteriormente incursionó con participaciones menores. “Eran papelitos”, los define la actriz.

Yo no sé si fui la primera locutora en Venezuela, pero sí soy de las primeras. Para obtener mi título tuve que enfrentarme a cinco evaluadores y perdona que vuelva a decir esto, pero verdaderamente yo era sumamente lambucia. Es decir, no tenía ni una puya y eran exámenes que debían pagarse, pero de dónde sacaba yo tanto dinero”.

Para su suerte, el día de las pruebas se encontraba un productor radial llamado René Estévez, quien, movido por el gusto de la voz suave y potente de la aspirante, financió las pruebas. El padrino resultó ser, además, un gerente de Colgate Palmolive, la compañía patrocinadora de radionovelas.

En la producción Las Amazonas

Estévez era considerado, por algunos, como el hombre más influyente de la radio de aquel momento y acordó con Eva que, una vez alcanzado el certificado, se incorporara a la compañía para que semanalmente, como cobraban casi todos los trabajadores en Venezuela, pagara la deuda. “Efectivamente, así se hizo. Me contrató Colgate Palmolive Internacional y me asignaron tres productos
para que los promoviera. Pagué todo
”.

Eva, con su voz veinteañera, le hacía publicidad a la crema dental Colgate y su contrato se extendió por siete años. La experiencia de la radio le resultó maravillosa. Veía en vivo el programa amenizado por Luis Alfonso Larrain y su orquesta, y otro llamado Fiesta Fabulosa, un musical nocturno que arrasaba con sintonía total. Se sentía en la gloria. Estaba codeándose con Pancho Pepe Croquer y  Musiú Lacavalerie, dos gigantes de la animación radial.

Tres caras de Eva en 2019. (Foto: Daniela Valentina Leal)

En una de esas ocasiones, la radio tuvo como invitado internacional al tenor popular Pedro Vargas, un artista mexicano codiciado en todo el continente. Eva, veintitrés años menor, se llenó de emoción orgánica y fue tanta su agitación que pidió bailar en aquel musical con el intérprete. La solicitud le fue negada. Se las ingenió para llamar la atención de aquel gigante azteca. Lo logró. Confiesa que ese hombre mayor que para muchas carecía de atractivo físico  fue, sin embargo,  el gran amor de su vida y padre de su hija menor, Eva María. 

Vargas dedicaría a Eva Blanco el vals Pequeña, escrito por el argentino Homero Expósito. Desde aquella década de los años de 1950, la actriz venezolana sigue cantando la pieza y emocionándose como si un resucitado Pedro Vargas la cantara en la patita de su oreja.

 

La actriz venezolana Eva Blanco canta el vals Pequeña. (Vídeo: Iconos Rotos)

Eva Blanco: “Mi ego no me permitió cambiarme el nombre

Fue en 1964, siendo aún una figura radial, cuando Eva Blanco conoció la fama televisiva. Ese año, RCTV la incorporó como protagonista en Historia de tres hermanas, dirigida por José Antonio Ferrara.

Una telenovela célebre para mí y para la industria. Fue la primera telenovela que tuvo tres mujeres protagonistas y nos abrió camino a las tres, aunque luego cada quien siguió haciendo lo suyo”.

Compartía créditos con su tocaya Eva Moreno y con Doris Wells. “Las tres éramos amigas. Nos adorábamos. Doris era bella y su nombre se lo cambiaron los patrocinadores”.

Doris Wells, Eva Moreno y Eva Blanco

Fue precisamente ese cambio lo que nunca quiso para ella. “Mi ego no me permitió cambiarme el nombre. Yo tengo el nombre de la primera mujer, la mujer de Adán, y para mí eso siempre ha sido muy importante, yo soy Eva Cristina Blanco Rodríguez”.

En Historia de tres hermanas –una narrativa romántica ambientada en la mitad del siglo XIX– la actriz personificaba a la hermana mayor, María Eugenia Montero, haciendo mancuerna con el actor de origen chileno Manuel Poblete.

Me fue muy bien con Manuel Poblete porque éramos buenos compañeros, además él era excelente actor. Aquí en Venezuela llegaron buenos actores de otros países, aunque a mí no me importan los actores ni las telenovelas por la geografía, el arte no tiene nacionalidad”.

Eva Blanco: “Las actrices no tenemos edades

Casi consolidada como estrella del país, pasó a formar parte de Venevision en 1968. En 2019, sigue como figura emblema del canal. Son 51 años ininterrumpidos. Su inicio fue en las telenovelas La señorita Elena y Rosario, compartiendo con los protagonistas de la época, Marina Baura y José Bardina. De esta forma se ponía en manos de la escritora Delia Fiallo.

Una vez, un ejecutivo me advirtió que sería la madre de Lupita Ferrer o de José Bardina, no me acuerdo de quien de los dos, y que si eso no me molestaba. Yo le pregunté qué cuál era el problema, que yo era una actriz y que las actrices no tenemos edades».

Según Eva Blanco, este es un oficio que nunca termina porque en un momento de tu vida puedes hacer de niño y pasar por todas las etapas hasta encarnar a un abuelo. En las telenovelas siempre hay una oportunidad”.

Es esa manera positiva de mirar la vida lo que le prohíbe aceptar etiquetas como jubilada. “Yo estoy activa”, corrige. “Una vez, otro ejecutivo, no me insistas que diga el nombre, me dijo que yo ya estaba vieja y que cuándo me retiraba y yo le respondí  `Vieja es la Plaza Bolívar y todavía se le paran las palomas´. Mira, hace poco hice con la que era novia de Aran De las Casas, que ahora él se llama Aran One, sí, con Rosmery, una telenovela llamada Entre tu amor y mi amor y cuando me digan para comenzar a trabajar yo soy la primera”.

Eva Blanco, la actriz referente del país

Simplificar su camino en Rosario (1968) a Entre tu amor y mi amor  ( 2016) resultaría una insolencia periodística con la carrera de Eva Blanco. Esmeralda, Lucecita, María Teresa, Peregrina, Una Muchacha llamada Milagros, La zulianita, Rafaela, Las Amazonas, Me llamo Julián te quiero, Inés Duarte, secretaria, El sol sale para todos, Cara sucia… Ella interrumpe la enumeración.

Te escucho decir esos nombres de mis telenovelas y me emociono toda”, dice una conmovida Eva Blanco. “Es que mi corazón está derramado de agradecimiento con las novelas, el cine, el teatro, mis compañeros actores, directores y técnicos. Yo no sé si puedes entenderme pero yo quiero mucho mi oficio y a la gente de mi ambiente”.

Como Mamá Crucita en El Sol sale para todos.

Es precisamente el momento cuando Eva mira al techo y entrecruza sus dedos para invocar a Cruz del Carmen Chacón –Mamá Crucita– su interpretación en El sol sale para todos, de César Miguel Rondón. No olvida el día de grabación de la muerte de ese personaje en un estudio que la esperó en absoluto silencio.

Era el mes de marzo del año 1987 y Crucita moriría en su cama. Su deceso fue asumido por los venezolanos como si se tratase de la despedida de las madres de todo un país, aunque solo lo fuese de Magdalena y Lucho, interpretados por Hilda Carrero y Guillermo Dávila.

Cuando grabábamos la muerte de Crucita, yo escuchaba cuando los técnicos y camarógrafos lloraban y yo me mordía la lengua para que no se me salieran las lágrimas. Yo sigo adorando a Crucita”.

Por eso, se niega a recordar conflictos con los compañeros. “Me gusta más hablar de las cosas bonitas”, dice una Eva a quien de golpe se le vienen nombres entrañables.

Yo comencé a querer a Rebeca González desde el principio y la sigo queriendo y le sigo pidiendo a Papá Dios por ella. A Lupita Ferrer, que siempre ha sido tan hermosa. A mi idolatrada Hilda Carrero, que nos hicimos amigas para siempre. Y a mi amiga René de Pallas, porque esa era mi amiga. Para ser amigos solo hay que ser auténtico y yo creo que sí puede haber amigos en el medio artístico”.

Con su amiga, Rebeca González.

Eva Blanco aumenta su clima emocional cuando menciona al actor Luis Salazar. “Tú no debes saber quién fue Luis Salazar… Es cierto, fue esposo de Hilda Vera, pero para mí era mi gran amigo. Le decíamos Tronco, que era como se llamaban a los grandes amigos en mi época. A Luis Salazar lo tengo en mis oraciones diarias porque yo soy devota de las ánimas benditas”.

Eva Blanco: “Yo soy de todo un país

Es verdad que yo no estudié actuación, sino que me fui formando con el oficio y con personas que confiaron en mí como Delia Fiallo, que es una maravilla, y con mi amigo César Miguel Rondón, y también escuchaba mucho a quienes sabían más que yo”.

Eva Blanco, un referente de disciplina y entrega sin medidas en el medio artístico, diferencia que en una época la telenovela no era despreciaba, sino que se le daba importancia, y que ahora todo ha cambiado. “No me pidas que opine si ese cambio ha sido para bien o para mal, porque después dicen que soy de un lado o de otro, y yo soy de todas partes y de todo un país”.

«Mi vanidad es el optimismo«. (Foto: Néstor Luis Llabanero)

 “A mí lo mejor que me ha pasado es vivir”, vuelve a apretar mi mano y ahora no la suelta. “¿Quieres que te diga algo? Yo amo la vida, amo a mis tres hijos y a mis cuatro nietos. Y no sé si tenga vanidades femeninas, tal vez mi vanidad es el optimismo, mis ganas de avanzar hacia el mañana. Yo me levanto y le doy gracias a Dios por el nuevo día y cuando voy a acostarme le doy las gracias y le pido fuerzas para el día siguiente. Con Dios todo”.

Eva Blanco: “Siento que los venezolanos me tienen cariño

Finalizada la entrevista  –mientras nos deshacemos de tantos recuerdos invocados aquella mañana– ocurre el delicioso cotilleo de despedida y entonces la señora Eva Blanco (“El señora me lo quitas porque si no te pellizco”) se sienta frente a un televisor de la sala de espera de Venevision y aparecen imágenes de sus colegas actrices entradas en años y también de presentadoras millennials. La Eva de todos los tiempos produce silencios perturbadores.

Eva Blanco es llamada, con sobradas razones, la reina de la puntualidad. (Foto: Néstor Luis Llabanero)

Voltea la cara contra el televisor para que, a buen entendedor, se suponga que esa artista bembona, acostumbrada a las muecas y a los gestos exagerados, no le hace gracia alguna. Luego, con sus dedos llenos de anillos, oculta el rostro para que no quede dudas de la molestia que le causa el vestido “inapropiado” de la anfitriona matutina. Pero, Eva Cristina –su nombre de pila– es discreta para hablarlo. Solo aprieta los labios. Habla para sus adentros. No suelta prenda. Se muerde la lengua. Si acaso murmura. Hasta que no aguanta más y lo que tiene atorado lo suelta en forma de pregunta: “¿Es verdad que esa es mujer de alguien del gobierno?”  Se refiere a algunas mujeres reseñadas en una nota de información oficialista.

La interrogante, que dice haber escuchado en pasillos, solo obtiene la respuesta de una carcajada. Inmediatamente se repone, aferra sus manos al carnet de empleada que lleva colgado y habla de su agrado cuando el oficio lo considera bien hecho: “Ese sí es buen actor. Yo trabajé con los dos, con el padre y con el hijo”.

«A mí los venezolanos me tienen cariño«. (Foto: Acela Santamaría)

Se refiere a Luis Abreu, ya fallecido, y al hijo, Luis Gerónimo. A este último le otorga la habilidad, como a pocos actores, de saber marcar la diferencia entre un personaje y otro. “Ese muchachito es muy
buen actor
”, insiste: “Trabajamos juntos en La viuda joven”.

Eva, la risueña, la actriz emblema de la televisión venezolana, usa el tono más bajo de su voz: “Yo no me siento vanidosa, pero debería estarlo porque a mí los venezolanos me tienen cariño. Yo lo que he sentido por
Venezuela ha sido siempre mucho respeto
”.

12 Comentarios Agrega el tuyo

  1. Alexander Solórzano dice:

    Que bonita entrevista. Una señora con buen humor y llena de sabiduría. Gracias por tan maravilloso trabajo documental, Nestor. Abrazos

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  2. Josefina Medina dice:

    Muy bella entrevista de unas de las señoras de la actuación. Gracias por permitirme saber más de Eva Blanco y de sus anécdotas tan llenas de picardías . Saludos y bendiciones para ella 🙌

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