YAMEL DÍAZ, 30 años del femicidio de una Miss Venezuela

Yamel Díaz, hija de una conserje, se consagró en 1975 con el título hoy conocido de Miss Venezuela Internacional, y años después —el 14 de junio de 1991— aquella reina del Poliedro de Caracas, competencia de Maritza Pineda y María Conchita Alonso, resultó en noticia fatal cuando su esposo le disparó por la espalda. La crrónica la contamos a partir del testimonio de su protector, el diseñador y maquillador Manuel Carvaval. Como tantos que ocurren en la actualidad, esta es la historia de un femicidio que traemos al presente en ICONOS ROTOS.

AUTOR: NÉSTOR LUIS LLABANERO

Antecesora de Nina Sicilia, Consuelo Adler, Vivian Urdaneta, Goizeder Azúa, Daniela Di Giacomo, Elizabeth Mosquera, Edymar Martínez, Mariem Velazco y Andrea Rubio, todas ganadoras de Miss Internacional, Yamel Díaz también fue Miss Venezuela en el certamen japonés del año 1975.

Pero, llegar a ese privilegio implicó una preparación de Manuel Carvajal, un diseñador y estilista que bordó su legado con la lealtad que le profesaron Susana Duijm, Miss Mundo 1955, y María de las Casas, Miss Venezuela 1965.

Carvajal disfrutaba del trato sencillo de su amiga Olga, una señora canaria encargada del orden en las Residencias Universal, en El Marqués, donde vivía el dandi mirandino a comienzos de la década de 1970.

En el pequeño inmueble de Planta Baja, ocupado por la vecina y sus cuatro hijos, había una joya más luminosa que las gargantillas presumidas por las amigas de Carvajal en aquellas  noches del Hipopótamo, el sitio más top durante los emancipados años de 1960. Se trataba de la púber Yamel Díaz, una treceañera del liceo Francisco Pimentel, en el centro de Caracas, que alegraba la retina de ojos exigentes.

Manuel Carvajal con Marilyn Plessman, Vilma Góliz, Irene Sáez, Carolina Cerruti, Desirée Rolando, Susana Duijm.

El artífice de reinas pensaba que no le resultaría difícil convencer a la adolescente de participar en el Miss Venezuela. Después de todo, a su comarca pertenecían Jeannette Donzella, Desirée Rolando, Neyla Moronta, Marilyn Plessman, Amalia Heller, Sonia Ledezma. Posteriormente, Vilma Góliz, Julie Fernández y Úrsula Remien, entre muchas.

“¿TÚ CREES QUE TENGO CONDICIONES?”

El vínculo de Manuel Carvajal con el Miss Venezuela —pre Osmel Sousa— comenzó gracias a su amiga María de las Casas. Un día, la socialité caraqueña lo invitó a ver desde la mesa de la familia Acosta Rubio, dueños del certamen, la coronación de Mercedes Revenga como Miss Venezuela 1964.

Fue en ese momento, cuando Carvajal escuchó a los Acosta Rubio decir a María: “Prepárate, porque tú vas para el próximo año”. Y así ocurrió en 1965. Desde entonces, el modisto se convirtió, por cuenta propia, en un cazatalentos de belleza. Ahora, sus  esfuerzos estaban centrados en el florecimiento de Yamel Díaz como sucesora de Neyla  Moronta.

Por eso, en las visitas a la señora Olga —café de por medio— Carvajal le prometía a Yamel que cuando creciera la llevaría a participar, pero la adolescente, mentalmente abstraída en intereses de su edad, solo sonreía. 

La advertencia duró hasta que creció lo suficiente y sus piernas se formaron para el encanto. Carvajal consideró que el tamaño alcanzado por la joven, cerca de 1,70 metros, era apto para aspirar a la corona de 1975.

“¿Te gustaría participar este año?”, le preguntó Manuel Carvajal, y ella respondió con la simplicidad de quien no se lo cree del todo: “¿Tú crees que tengo condiciones”.

“Como ya conocía la dinámica, le pedí que se pusiera un traje de baño y entonces supe que tanto su cuerpo como la calidad de su piel eran de concurso. Y poco a poco la fui preparando hasta que la presenté, se la llevé a Osmel y la aceptó como Miss Carabobo, pero le dije que yo me encargaría de su arreglo”.

Candidatas que optaban al título de Miss Venezuela 1975.

Manuel Carvajal pasó a ser el representante de la miss. Tenía el consentimiento de la señora Olga y de toda la familia. Le dejó crecer el cabello, acentuó el carácter sencillo y estableció que para su niña no se practicarían operaciones estéticas. Ese año, Maritza Pineda, la ganadora, se había sometido a una intervención, aunque de otra índole, según aseguraría la propia Maritza.

Yamel, desprendida de lujos, atesoraba los encantos espirituales, amaba cualquier encuentro con la naturaleza, pero no evadía los compromisos urbanos. “Participó en el Miss Venezuela porque yo la llevé a eso y accedió, y se portó a la altura. Se veía cómoda en banquetes sociales o comiendo en un ranchito con personas de bajos recursos. No había en su carácter ningún tipo de engreimiento”, recuerda Manuel Carvajal.

CON OSMEL SOUSA NO TENÍA ESPERANZAS

Del grupo de candidatas, si acaso fue María Conchita Alonso la única que generó cierto interés en Osmel Sousa. Y solo al principio. Yamel Díaz, por supuesto, tampoco contaría con el amparo de quien empujaba el nombre de Maritza Pineda, representante de Nueva Esparta, como Miss Venezuela 1975.

Durante las primeras semanas de competencia, el cuadro final no proyectaba la inclusión de Miss Carabobo. En su lugar, se hablaba de Carol Ann Pohudka, Miss Departamento Vargas. A veces se mencionaba a Maritzabel Gruber, Miss Monagas. Aquel sube y baja de favoritas generó mayor desafío en Manuel Carvajal, un maestro en el arte de esquivar los caprichos del medio.  

El estilista y hacedor de reinas reconvirtió a su pupila en un cisne de alto vuelo. Yamel comenzó a atraer la atención, especialmente de la prensa. Su “simpatía natural”, más la “decencia” y el “comportamiento educado”  fueron armas para posicionarla. “Yo la vestía como una princesa y Yamel se portaba como princesa”.

Más fuego levantarían las palabras de Susana Duijm, designada como presidenta del jurado, al resaltar que la candidata de Carvajal resultaba ideal para la corona.

Yamel Díaz en diferentes momentos, incluyendo el cuadro final en el que fue distinguida en lo que hoy se llama Miss Venezuela Internacional.

Lamentablemente, Miss Mundo 1955 debió ser intervenida ese día de elección por causa de una peritonitis y no pudo ocupar su rol de juez.

La noche final, el vestido creado por Carvajal y Elmar para Yamel haría el resto del trabajo. Con toda la hermosura de la joven expuesta en El Poliedro, la candidata se alzó con la banda de Miss Simpatía y con el puesto de segunda finalista, hoy Miss Venezuela Internacional.

 “Yamel siempre estuvo segura de estar en el cuadro y yo quedé satisfecho con el resultado final”, recuerda Carvajal.

“QUIERO QUE VENGAS POR LOS DIAMANTES”

Posterior al evento, los caminos de Yamel Díaz y Manuel Carvajal fueron dividiéndose. La joven se entregó a una relación que desde el principio fue desaprobada por la familia. El diseñador se mudó a otro lugar en Caracas, mientras eventualmente recibía comunicaciones que daban cuenta de un mundo triste que vivía su protegida en Italia, cuidando a su suegra en el lecho de muerte.

Así pasaron años hasta que la ex reina de belleza, entonces de 35 años de edad, regresó al país. Su vida en Europa —lo sabían sus cercanos en Venezuela— había resultado en un infierno de maltratos de su esposo, un ingeniero de origen italiano que extraía piedras preciosas en las minas de Guayana.

Cuatro candidatas de 1975. Arriba: Migdalia Ramírez (Aragua), Maritza Pineda (Nueva Esparta). Abajo: Yamel Díaz (Carabobo) y Thamara Piña (Miranda).

Aunque Yamel había acompañado el sueño de su marido en las excavaciones de oro, el brillo de las joyas que ambos comercializaban quedaba opaco ante el maltrato que desde el principio recibió en el apartamento conyugal que llegaron a compartir.

Así que antes de venirse a Caracas, procedentes de Roma, Yamel le recordaría a su cónyuge que al pisar suelo venezolano sus caminos tomarían rumbos separados. Efectivamente, al llegar a Maiquetía, la joven montó en un taxi, sola, en dirección a su hogar materno.

Días después, durante la mañana del viernes 14 de junio de 1991, su madre alzó el teléfono para luego anunciarle a Yamel que tenía una llamada. Al concluir, la hija intercambió con su madre parte de lo conversado, y la señora Olga, persuadida de que algo no estaba bien, quiso disuadirla: “No vayas a encontrarte con ese loco”. 

El timador, consciente de la determinación de su esposa de poner distancia definitiva, habría engañado a la celebrada Miss Carabobo 1975 con una promesa: “Quiero que vengas a la casa por los diamantes, también para darte la mitad del dinero que te corresponde por lo que hemos vendido”.

“ESTUVE POR AQUÍ. TE QUIERO. YAMEL DÍAZ, TU HIJA”

Desde que inició la relación, las personas del entorno tenían argumentos para creer que aquella llamada podía desencadenar en un hecho de violencia extrema. En especial, la señora Olga, quien insistió en acompañarla, pero la hija, creyendo en la benevolencia del destino, contestó que nada malo le pasaría. Y acudió a la cita.

Una vez en el lugar, enfrentó nuevamente los reproches del marido controlador. También sintió la amenaza en forma de escopeta.

Testigos de aquel hecho refirieron escuchar una discusión explosiva. Ante la mirada de algunos vecinos, la víctima intentaría escapar por el balcón y tras correr hacia el ventanal recibió el disparo que precipitó su caída.  

Al caer sobre un vehículo estacionado, la reina de 1975 pasó a ser la cara más reconocible de un delito llamado feminicidio. A su mentor, Manuel Carvajal, le quedó en sus manos una nota dejada en la puerta de su casa en la que se leía: “Estuve por aquí. Te quiero, tu hija, Yamel Díaz”.

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